El comportamiento de las Universidades Españolas
refleja claramente la situación de intensa crisis económica vivida en la
actualidad, especialmente en lo referente a la función de fomento de la I+D de
las administraciones públicas, quienes han reducido su apoyo a las
universidades, principal agente investigador del país. A ello debemos añadir
que, aunque la colaboración con empresas en este periodo ha desacelerado el
brusco descenso vivido en los primeros años, las universidades se han quedado solas
capitaneando un barco a la deriva.
Ante este panorama, la financiación interna de las
universidades está tratando de contener el deterioro asociado a la actividad económica,
ya que, a pesar de que el sector exterior es el único que crece tanto en
investigación competitiva como en contratada, lo hace a niveles que todavía no
compensan el deterioro de las administraciones y empresas españolas. Estos son
los principales resultados de la Encuesta I+TC del bienio 2012-2013, elaborada
por RedOTRI-RedUGI, donde se pone de manifiesto la apuesta de las
universidades por la investigación, pese a los recortes presupuestarios
globales que han experimentado en los últimos ejercicios.
En
tan sólo cuatro años las universidades han perdido un 28% de lo que obtenían en
financiación pública, especialmente en los proyectos de investigación
competitiva (un 38%) y en las ayudas a la infraestructura (un 66%). Estos
fuertes cambios en la financiación pública son incluso mayores si se analiza
desde el punto de vista del origen de la financiación, donde se produce una pérdida
continuada en el plano nacional (que ha pasado de ser más de la mitad de la
fuente de recursos en 2010, a tan sólo el 35%), mientras que la financiación
proveniente de la UE muestra el
comportamiento opuesto, al igual que la autonómica.
Como
podemos ver en la tabla, en los gastos en I+D+i en el caso de las EBT, existe
mucha disparidad en las distintas comunidades autónomas. Resulta evidente que en
aquellas comunidades más desarrolladas, con un sistema educativo estable y bien
financiado, hay un mayor porcentaje de gasto en EBT en relación al número de
empresas totales, como es el caso de Cataluña con un 29% de financiación para
sus 1.500 empresas de base tecnológica, o Madrid (17,8%). Para la comunidad
gallega, todavía incipiente en cuanto a este tipo de empresas, obtiene una
financiación bastante reducida, lo que justifica la situación en la que se
encuentran.
Si
hablamos sobre la transferencia de conocimiento vinculada a la actividad de
I+D, ésta ha retrocedido un 4% respecto a los dos años anteriores. La tendencia
a la baja de este indicador se mantiene desde el inicio de la crisis económica,
aspecto que pone de manifiesto que no se está apostando por la investigación
como vía para salir de la crisis. No obstante, de una forma muy paulatina, la
interacción con empresas se va abriendo cada vez más a mercados internacionales
(15% del total de la contratación). Con todo, la propia región sigue siendo el
principal mercado de las universidades, con algo más de la mitad de la
contratación.
Cabe
recordar que no hay que confundir el concepto de transferencia de conocimiento con el de transmisión de conocimiento, ya que,
mientras que en el caso de la transferencia se persigue incorporar el
conocimiento a una cadena de valor para que genere un retorno económico, en el
caso de la transmisión, se busca la publicación, la divulgación o la docencia.
Así,
en cuanto a la transmisión de conocimiento, en 201, se aprecian los efectos de
la crisis -consecuencia de la disminución de la financiación de la
investigación de los últimos años, que está impactando unos años después-, con
una desaceleración de las tesis leídas y de las publicaciones, mientras que en
relación a la protección de resultados
de investigación, ocurre de forma opuesta: las solicitudes de patente en 2013
han mejorado levemente los niveles de 2011, a pesar de que obtener patentes en
territorios extranjeros continúa en niveles muy bajos, en especial respecto al
volumen de la cartera de patentes europeas y norteamericanas (que se ha
contraído en los últimos años).
Por
su parte, la transferencia tecnológica ligada a explotación de resultados,
aunque mejora en cuanto al volumen de contratos de licencia, no se traduce en
una mejora de los ingresos por este tipo de acuerdos de explotación de
propiedad intelectual e industrial, que sólo han sumado 2,4 millones de euros
en 2012, mostrando una realidad persistente: que este tipo de mecanismo de
transferencia sigue siendo residual en España.
La creación de spin-off en 2012 y 2013 se mantiene en
cifras solo ligeramente superiores a la de los últimos años (134 en 2013). Así,
la crisis financiera no ha perjudicado la iniciativa emprendedora, pero sí el
desarrollo inicial de estas empresas, que no encuentran capital para crecer.
Resulta destacable, además, que en el año 2013 el número de spin-off que han ampliado capital fue de
45 empresas (de 537 spin-off creadas
en los últimos cinco años), por lo que a pesar de que no se incremente el
número de EBT, aquellas ya establecidas sí han visto beneficiada su dimensión.
Asimismo, la mayoría de empresas de este tipo se centra en actividades de alta
tecnología, como es el caso de la biotecnología, las energéticas y, en
especial, las TIC, como vemos en el gráfico adjunto.
Por lo
tanto, lejos de la financiación ¿ha coartado la crisis el impulso innovador
realmente? Para responder a esta cuestión, me gustaría recomendaros el artículo
de unos investigadores de la Universidad de Málaga, que compara la actividad de
I+D+i de las spin-off universitarias con otras organizaciones empresariales, al
que podéis acceder a través de este enlace.
Cristina González Sieira
Alumna del master DEIN 2016-2017
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