No son pocas las noticias que periódicamente aparecen en los
medios de comunicación en relación a la expansión de la industria del videojuego: en 2014 superó los 81.000 millones de dólares (una cifra que se preveía alcanzar dos años después), en 2015
superó los 90.000 millones y se espera que en 2018 la industria
supere los 113.000 millones en términos de facturación anual (Asociación Española de Videojuegos, AEVI) .
En términos de innovación, la variedad de tecnologías
empleadas en el sector del videojuego, así como el amplio y continuo desarrollo
de conocimientos e innovaciones, generará una importante interrelación de este
sector con otros más tradicionales como la sanidad, la formación, las
ingenierías, la arquitectura e incluso la defensa; todo ello gracias al extenso
uso y experiencia en el desarrollo de simulaciones, de sistemas de inteligencia
artificial y de tecnología 3D principalmente.
En lo que respecta al empleo, si bien la mayoría de las entidades
son microempresas (71%), las empresas de mayor tamaño (5% con más de 50
empleados) son las que emplean a la mayoría de profesionales del sector (48%),
mientras que las empresas de menos de 10 empleados tan solo emplean al 20% del
total.
Fuente: Asociación
Española de Empresas Productoras y Desarrolladoras de Videojuegos y Software de
Entretenimiento (DEV)
Y es que el desarrollo de un gran videojuego puede llevar
más de 4 años desde su fase de ideación, pasando por la planificación hasta las
últimas fases de prueba posteriores a su lanzamiento, pudiendo estar
involucradas, en términos de empleo directo, más de 700 personas. Aunque
algunas de las grandes compañías del sector, que pueden desarrollar al mismo
tiempo varios videojuegos de tamaño considerable (como son Ubisoft, Activision
Blizzard o Electronic Arts) tienen en plantilla entre 7.000 y 9.000 personas,
muchas otras empresas desarrollan videojuegos de gran calidad y exitosos
contando con unos 300 empleados, como es el caso de Bethesda Studios o CD
Projekt. La principal diferencia entre unas y otras es que estas últimas no
pueden desarrollar más de uno o dos videojuegos importantes al mismo tiempo ni
tampoco cuentan con un colchón financiero que les permita tener demasiados
problemas en el tiempo previsto para la elaboración y lanzamiento de un título.
A estas alturas podemos estar preguntándonos cuánto dinero
cuesta desarrollar grandes videojuegos, los que en la terminología del sector se
denominan triple A. Cuestiones de
marketing aparte, que suelen suponer para videojuegos AAA el 70%-80% del coste final (echad cuentas), el desarrollo de famosos
juegos como God of War 3, Heavy Rain o The Witcher 3 han costado entre 60 y 80 millones de dólares, si
bien el record lo ostentan títulos como Destiny
y GTA V, con unos 140 millones de
dólares invertidos. Por poner un ejemplo del coste publicitario, el mencionado juego
online Destiny destinó 360 millones
de dólares solo para su promoción. Muchos os preguntareis en qué medida es
rentable el negocio: siguiendo con el mismo ejemplo, Destiny ingresó 500 millones de dólares tan solo en su primer día
en el mercado. Activision, la desarrolladora del mismo, ha dado a conocer en
2015 que el mencionado juego, junto con Hearthstone
(por alguna razón no han dado a conocer el dato por separado para cada juego), generaron
más de 1.000 millones de dólares para la compañía.
Ahora bien, este volumen de ingresos no es el objetivo -ni
entra dentro de lo posible- para muchas empresas del sector, pero algunas
desarrolladoras muy exitosas hoy en día comenzaron siendo lo que hoy podríamos
definir como una pequeña empresa de base tecnológica (EBT), como es el caso de
la polaca CD Projekt. Veamos su caso.
Fue fundada por dos socios como empresa en 1994, cuando Polonia
apenas acabada de adoptar una economía basada en el mercado, con un capital
inicial de unos $2.000 y empleando como lugar de trabajo el piso de un amigo.
Sus primeras actividades estuvieron asociadas con grandes compañías (de forma
destacable con BioWare) haciendo tareas tales como la traducción de los juegos
para su venta en el mercado nacional.
¿Cómo se hicieron conocidos en los inicios? Contratando
actores famosos para doblar las voces. Tras un tiempo trabajando como
“intermediarios” entre desarrolladoras y el mercado polaco decidieron producir
un videojuego original basado en las novelas de fantasía de Andrzej Sapkowki’s
(muy populares en Polonia). Para su desarrollo fundaron en 2002 un estudio de
videojuegos, CD Projekt RED y tras un fracaso inicial consiguieron el apoyo de
su primer cliente, BioWare, pasando de un equipo de desarrollo de 15 personas a
más de 100 y finalmente, en 2007, fue lanzado al mercado global The Witcher, juego para pc. Debido a su
éxito pronto comenzaron a desarrollarse secuelas y otras versiones, una de
ellas, una adaptación del primer juego a consolas, casi llevó a la compañía a
bancarrota en el año 2007. Para mantener la compañía a flote dejaron de lado
algunos proyectos centrándose en el desarrollo de las secuelas The Witcher 2: Assassins of Kings y The Witcher 3: Wild Hunt, el primero fue
lanzado en 2011 (tras tres años y medio de desarrollo), vendiendo 1,7 millones
de copias, mientras que para el segundo el equipo quería desarrollar un juego
mayor, de mundo abierto (que permite al jugador mover el personaje por el
espacio del juego o mapa libremente) y con gráficos renovados y rompedores. Tras
tres años y medio de desarrollo y una inversión de 81 millones de dólares
lanzaron, para pc y consolas, The Witcher
3 en mayo de 2015, dándole a la compañía un beneficio de casi 63 millones
de dólares solo en la primera mitad de ese año.
Pasando de una plantilla de 15 personas en los inicios del
desarrollo de su primer juego original a 300 personas para el exitoso The Witcher 3, noticias recientes
informan que la compañía pretende contratar a aproximadamente 400 personas más
para su próximo proyecto, que esperan verá la luz en el periodo 2017-2021 (si
alguien tiene curiosidad aquí
dejo un video promocional). CD Projekt ilustra muy bien un caso de éxito de una
EBT: inicios humildes, trabajando bajo el paraguas de otras grandes empresas,
dificultades financieras en determinados momentos, la toma de decisiones
difíciles y arriesgadas y, finalmente, recompensas en forma de éxito económico
y ante la crítica del trabajo que llevan a cabo.
Hugo Campos Romero
Estudiante del Máster
en Desarrollo Económico e Innovación 2016-17
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